El consumo masivo de energía por parte de modelos de IA impulsa a las grandes tecnológicas y gobiernos a buscar alternativas sostenibles, como la energía nuclear.
Los avances en inteligencia artificial (IA) están transformando múltiples sectores, pero también están generando un impacto significativo en el consumo de energía. Los modelos actuales, mucho más complejos que sus predecesores, exigen enormes recursos computacionales, lo que ha llevado a líderes tecnológicos a priorizar inversiones en energías alternativas, particularmente la nuclear.
Empresas como Meta, Google, Microsoft y Amazon han intensificado sus esfuerzos para alcanzar objetivos de sostenibilidad. Google y Meta, por ejemplo, buscan lograr emisiones netas cero para 2030, mientras que Amazon apunta a cumplir esta meta para 2040. Parte de este compromiso incluye acuerdos recientes con proveedores de energía nuclear para reducir la huella de carbono asociada con el entrenamiento y uso de sus modelos de IA.
Energía: el cuello de botella del progreso de la IA
Mark Zuckerberg, CEO de Meta, destacó la energía como el principal obstáculo para el avance de la IA. Su empresa, creadora del modelo Llama, y Nvidia, una de las compañías más valiosas en el ámbito tecnológico, están desarrollando tecnologías más eficientes en el uso de energía. Por ejemplo, el chip Blackwell de Nvidia, presentado en 2024, promete un rendimiento energético significativamente mejorado en comparación con sus predecesores.
Jensen Huang, CEO de Nvidia, argumenta que el verdadero potencial de la IA reside en su capacidad de “inferencia”, es decir, en aplicar conocimiento adquirido para resolver nuevos problemas. Según Huang, la IA puede ser clave para desarrollar tecnologías que reduzcan emisiones, como nuevos diseños de turbinas eólicas o materiales más efectivos para paneles solares y almacenamiento de energía.
La energía nuclear: una solución urgente
La creciente demanda energética de la IA ha llevado a empresas tecnológicas a considerar la energía nuclear como una solución viable. Sam Altman, CEO de OpenAI, ha invertido $375 millones en Helion Energy, una compañía de fusión nuclear, y posee una participación en Oklo, que desarrolla reactores nucleares modulares.
El gobierno de Estados Unidos, bajo la administración de Joe Biden, también respalda esta transición. En 2024, se anunciaron $900 millones para impulsar tecnologías nucleares de próxima generación. Sin embargo, la implementación enfrenta desafíos regulatorios, como la concesión de licencias nucleares y la gestión de residuos radiactivos, según expertos como Cameron Porter, socio de Steel Atlas e inversor en Transmutex.
El costo ambiental del crecimiento de la IA
La necesidad de encontrar soluciones energéticas sostenibles es más urgente que nunca. Modelos de IA como ChatGPT, basado en GPT-4, consumen 17,000 veces más electricidad que un hogar promedio en EE. UU. cada día. Según un informe de McKinsey, para 2030, los centros de datos que sustentan la IA representarán entre el 11% y el 12% de la demanda energética total del país, frente al 3-4% actual.
Aunque las compañías han recurrido a combustibles fósiles para satisfacer demandas inmediatas, esto ha resultado en un aumento de emisiones de gases de efecto invernadero. Google, por ejemplo, registró un incremento del 48% en sus emisiones entre 2019 y 2023 debido al mayor consumo de sus centros de datos.
El futuro: sostenibilidad y tecnología unidas
La revolución energética es esencial para que la IA siga creciendo sin comprometer el medio ambiente. El apoyo gubernamental y las inversiones en energía nuclear representan pasos fundamentales, pero también será crucial desarrollar estrategias para optimizar el uso de energía en la tecnología existente. Solo así, el avance de la IA podrá alinearse con un futuro sostenible.