El fallo reside en un firmware que permite acceder y controlar los equipos.
La vulnerabilidad, confirmada por la compañía, permite acceder y controlar un computadora tras entrar en ella mediante sus procesadores.
El fallo reside en un firmware, concretamente el motor de gestión de los chips (Management Engine) y en el motor de ejecución de confianza (Trusted Execution Engine) así como los servicios para la plataforma de servidor.
Se trata de un error de uno de los fabricantes que copa gran parte del mercado de procesadores, por lo que la cantidad de dispositivos que podrían ser penetrados traspasa los millones.
Y los problemas se encuentran en muchos de sus productos, desde los Intel Core de sexta, séptima y octava generación hasta las familias de procesadores Celeron, Xeon y Atom.
No obstante, la compañía anunció que resolvió el problema, aunque ahora está en el tejado de los fabricantes el subsanar los productos de forma rápida.
Esta es la segunda vulnerabilidad grave descubierta en los productos de Intel en apenas un año. A finales de 2016 se descubrió que una característica de las CPU Haswell podría ser eludir el mecanismo Selección Aleatoria del Diseño del Espacio de Direcciones (ASLR), utilizado por prácticamente todos los sistemas operativos.