Mayo no fue un buen mes para los tecnomaníacos en Estonia.
La pequeña república del Báltico resistió un ataque cibernético que durante un mes paralizó los servidores de Internet en todo el país. En plena crisis, las personas que querían usar tarjetas de pago para comprar pan o gasolina se veían precisadas a esperar, ya que el asalto había afectado a los bancos de Estonia.
Los investigadores encontraron que el ataque había sido iniciado por rusos indignados por la decisión de Estonia de trasladar la estatua de un soldado del Ejército Rojo que fue erigida durante la era soviética. Las tensiones sobre el incidente dieron origen a rumores de la implicación del estado ruso en los ataques cibernéticos.
Aun cuando estas suposiciones nunca se corroboraron, la experiencia de Estonia puede repetirse en otra parte. “Estonia nos demuestra cómo aumenta nuestra vulnerabilidad mientras más conectados y alambrados estamos”, dice James Mulvenon, el director del Centro para el Análisis e Investigación de Inteligencia, un comité de expertos con sede en Washington, D.C.. Con una población de sólo 1,3 millones, Estonia es uno de los países más alambrados en la Tierra. Las elecciones, la banca y los sistemas de puntos de venta han migrado casi totalmente a la Web; por eso los ataques cibernéticos como el perpetrado en mayo pueden tener un efecto profundo en su comercio.
RIESGO PARA ESTADOS UNIDOS
Estados Unidos enfrenta muchos de los mismos peligros que Estonia. Y a medida que los servicios públicos como las plantas de energía nuclear e hidroeléctrica abandonan los sistemas exclusivos (y más seguros) a favor de sistemas basados en normas abiertas que usan protocolos comunes de Internet como el TCP/IP para conectarse entre sí, la lista de objetivos potenciales aumenta.
Los ataques a los sistemas de EE.UU. nunca han sido vinculados directamente a la guerra cibernética patrocinada por estados, pero en 1999 los piratas chinos tumbaron tres sitios del gobierno estadounidense después de que bombarderos de la OTAN atacaran erróneamente la embajada de China en Belgrado.
Aunque es difícil identificar a los adversarios en una guerra cibernética, para defenderse de los ataques contra una red de computadoras hay que prepararse casi igual que para otras amenazas que existen en línea, según Gregory García, secretario auxiliar para la seguridad cibernética y telecomunicaciones del Departamento de Seguridad de la Patria de EE.UU. “Por nuestra parte, realmente tenemos que enfocarnos en reducir nuestras vulnerabilidades de manera que esos ataques no sucedan”, dice él.