Un estudio elaborado por la consultora McKinsey reveló que solo menos del 5% de los trabajos actuales pueden automatizarse por completo.
A las puertas de una nueva revolución industrial, la 4.0, surgen ciertas preguntas: ¿cómo conviviremos con las nuevas tecnologías?, ¿cómo están impactando en los puestos de trabajo? La automatización, amparada en fuerzas como la inteligencia artificial o el Internet de las cosas, promete aumentar la productividad y mejorar nuestras vidas, pero a la vez sustituirá millones de empleos a lo largo de todo el globo.
Un estudio de la consultora McKinsey revela que aproximadamente el 60% de las ocupaciones podrían ser automatizadas, al menos, en parte. Pero, para un poco de tranquilidad, solo menos del 5% de los trabajos globales pueden automatizarse por completo.
Las actividades más susceptibles a esta sustitución están relacionadas con los contenidos físicos en entornos predecibles, como operar maquinaria y preparar comida rápida. Asimismo, la recopilación y el procesamiento de datos también se pueden acelerar mediante máquinas.
El informe señala que, dependiendo de la velocidad y el alcance de la adopción, la automatización podría sustituir hasta el 30%, como máximo, de las horas trabajadas en todo el mundo. Aunque puntualiza, “incluso cuando algunas tareas están automatizadas, el empleo en esas ocupaciones no puede disminuir, sino que los trabajadores pueden realizar nuevas tareas”.
A rey muerto, rey puesto y los empleos que serán eliminados por las tecnologías serán reemplazados por otros, muchos que aún no se conocen y se extenderán por diferentes sectores y geografías. Es el caso del mundo de las tecnologías de la información.
La consultora estima que esta industria podría aumentar su fuerza de empleo en más del 50% en los próximos 15 años, entre 20 y 30 millones de trabajadores en todo el mundo. Además, profesiones relacionadas con la salud, la ingeniería, las tareas de analistas científicos y educadores se verán favorecidas en esta revolución.
La transición que estamos viviendo condiciona a los ciudadanos a reciclarse. Aquí, el cambio podría ser superior incluso al éxodo que vivió la agricultura a principios del siglo XX en Europa y Estados Unidos. De este modo, un baremo de 75 a 375 millones de personas necesitarán cambiar de categoría ocupacional y aprender nuevas habilidades.