Por motivos que se desconocen, el robot Knightscope K5, conocido cariñosamente como Steve, se arrojó a una fuente en un edificio de oficinas de Washington y no sobrevivió al incidente.
Parece que “los robots también lloran” y, en ocasiones, protagonizan incidentes un tanto extraños. ¿Recuerdas aquel robot que se escapó de su laboratorio en Rusia causando alteraciones en el tráfico?
Pues bien, ahora fue mucho peor, sobre todo para el robot, porque se destruyó. Pasó en Estados Unidos, donde un Knightscope K5, un robot de seguridad, se arrojó a una fuente de un edificio de oficinas en Washington.
Steve, como se le conocía cariñosamente, no sobrevivió al incidente. El robot llevaba tan solo una semana trabajando en Washington Harbour, un complejo con restaurantes y oficinas en Georgetown. Fue presentado el 12 de julio, destacando de él su “extenso catálogo de capacidades de seguridad”.
En su corta vida como trabajador, Steve tuvo tiempo de “crear mapas de las distintas zonas” para prevenir, en teoría, accidentes de este tipo. Asimismo, estaba siendo controlado para poder “implementar, revisar y remediar cualquier error en el sistema para avanzar tanto en la programación como en las características de seguridad de un complejo de edificios tan concurrido como es el Washington Harbour”.
Todavía se desconocen las causas exactas del accidente pero todo apunta a un fallo en su sistema de detección de “obstáculos”.
Mientras, el mundo debería preguntarse si la robótica no debería estar de la mano del ser humano, en vez de tener plena autonomía?