Miles de pruebas con autos recién salidos de fábrica que generan una ingente cantidad de datos se desarrollan anualmente, lo que es todo un reto para los analistas de datos.
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En 2014, el auto medio alemán cubría una distancia de 10.000 millas (algo más de 16.000 kilómetros), según datos de la Oficina Federal Alemana de Vehículos Motorizados. ¿De dónde sale esa cifra? De los múltiples viajes que realiza el conductor, ya sean desplazamientos cortos para ir a trabajar, visitar familiares o bien recorridos largos por vacaciones, etc. Muchos kilómetros. Y eso hace que cada vez que se hable de la posibilidad de que los carros se conduzcan por sí mismos provoque emociones en los ojos de muchos conductores.
Autos conectados, algo más que un sueño
Sin embargo, un desarrollo así supone mucho trabajo, lo que se traduce en que todavía no exista un vehículo con tales características en el mercado. ¿La razón? Se requiere mucha tecnología para concebirlo y hacerlo funcionar.
Algunas pruebas realizadas arrojan datos tales como 1.500 millas (2.414 kilómetros) recorridos en carreteras y un total de 100 (160) en ciudad con autos diseñados ex profeso. Uno de los vehículos usados en dichas pruebas equipaba -a título informativo- siete escáneres láser, nueve cámaras de video -delante, detrás y en los laterales-, radar montado en la parte trasera y asimismo en los laterales y un GPS de alta precisión. Y eso sólo para determinar el entorno por el que circula y el estado del tráfico. A esto hay que unir toda una armada de sensores y microprocesadores para controlar el vehículo.
Con todos estos datos no es de extrañar que diversos expertos prevean la llegada del carro conectado para 2020. Y supondrá toda una revolución. Tanto, que Gartner predice que para entonces habrá cerca de 250 millones de automóviles conectados en las carreteras.
Y es que “la conducción autónoma no es algo de un día para otro, sino que conlleva un desarrollo gradual que se ha de ejecutar paso a paso”, explica Thomas Weber, miembro del Consejo de Dirección del Grupo de Investigación de Mercedes Benz. No obstante, las perspectivas son de lo más positivas. “Estoy completamente seguro de que seremos capaces de ofrecer a nuestros clientes características tales como el estacionamiento y conducción automáticos en una autopista al final de la presente década”, prosigue Thomas Weber.
Tecnología con muchos valores añadidos
Y es aquí donde la tecnología entra en juego. Una tecnología de valor añadido, con diversos usos y características, pues de lo que se trata es de poner en manos del conductor un vehículo que responda a sus exigencias y que le permita disfrutar de una conducción segura.
¿Te imaginas dos autos conectados intercambiando datos acerca de la circulación, del estado de las carreteras o para evitar una posible colisión? ¿Y el vehículo con el entorno que le rodee allá por donde circule? En ese sentido, las ciudades conectadas darán mucho juego y aportarán un valor añadido a la circulación desconocida hasta la fecha. La información acerca de los peatones que cruzan por tal o cual paso, calles y paseos más congestionados. Incluso entre el vehículo y el mismo peatón para mejorar la seguridad del segundo. Toda una oportunidad también para el segmento OEM a la hora de crear soluciones que mejoren la experiencia de la conducción, la seguridad, reducir la energía y que los recorridos duren el menor tiempo posible.
Y es que no cabe duda de que los autos conectados cambiarán la forma de conducir tal y como la conocemos en la actualidad. Para empezar, una mejora en la conducción hasta convertirla en una actividad segura, con una gran cantidad de datos a disposición del conductor que le permitirá adaptar la misma a sus intereses: el mejor momento para conducir, las mejores carreteras, las posibles incidencias.
A lo que hay que unir otra característica no menos importante: la reducción de las congestiones de tráfico. ¿Recuerdan el teletexto o las alertas al móvil? Este desarrollo supone ir muchos pasos por delante de todos aquellos. Y más características, como un mantenimiento activo del vehículo, lo que se traduce en una anticipación a las posibles averías, la programación de los cambios de aceite, de filtros, sustitución de ruedas, etc. ¿Todo esto en el Smartphone del usuario, a su disposición? Y muchas más posibilidades. Una más: los autos conectados siempre se mantendrán a la última tecnología gracias a la actualización continua de sus aplicaciones y software, lo que asegurará siempre su mejor rendimiento.
El poder del Big Data
¿Qué o quién es el responsable de que todo esto pueda ser una realidad dentro de unos pocos años? El Big Data. En este punto conviene rebajar las expectativas para ser realistas -recordemos nuevamente las palabras de Thomas Weber-, pues el Big Data ofrece muchos valores, pero los retos que tiene por delante son también muy grandes.
Para empezar, la cantidad de datos capturados por el vehículo, cuya cantidad será ingente; pasando por la captura y almacenamiento de los datos. Dónde y de qué manera se almacenarán dentro del vehículo es otra cuestión a resolver y terminando con el análisis efectivo de dichos datos que se traduzca en la mejor experiencia de conducción posible para el conductor.
Es decir, hay que asegurarse de que los datos se transfieren con rapidez desde los vehículos hasta las plataformas de análisis y también es necesario disponer de un ancho de banda suficiente para asegurar la transferencia de datos.
En definitiva, “es indispensable tener en cuenta nuevos enfoques para asegurarse de que esos análisis de datos estarán disponibles de manera inmediata para calibrar los posibles cambios que requiera el carro, para definir los algoritmos y que se puedan implantar con rapidez, etc.” advierte Tobas Abthoff, miembro de NORCOM, analista de datos y consultor de procesos.
Del auto conectado al autónomo
Pero el sueño de los conductores sigue siendo ser llevados y no tener que conducir por sí mismos. Es decir, el carro autónomo. Lo que conlleva una transición del auto conectado a aquél como lógica evolución atendiendo a los deseos de los conductores. Una transición que, como no podía ser de otra forma, también tendrá que tener en cuenta una serie de desafíos tales como la complejidad de los tests a desarrollar para que la conducción autónoma sea una realidad, los volúmenes de datos resultado de las pruebas realizadas, que puede ascender a petabytes y el manejo, gestión y transferencia de dichos datos.
Retos que afrontan compañías como HPE, cuyo propósito es para asegurar el manejo de una gran cantidad de datos hasta la ubicación donde se realizará el correspondiente análisis de los mismos. Sin ir más lejos, el datacenter y el análisis de sus datos en una única caja, concepto que propugna dicha compañía y que, además de aplicarse a los autos conectados y autónomos -con los beneficios que ya se han podido comprobar- también podría trasladarse a otras industrias. Porque lo mejor del camino -y queda mucho por delante- aún está por recorrer.