La intrusión reciente sobre la red de juegos de Sony, PSN, puede tener su origen en la decisión de la compañía nipona de cerrar su consola a Linux, argumentando para ello razones de seguridad, y su persecución a hackers reconocidos.
Si bien la PS3 fue considerada por mucho tiempo una de las consolas más seguras —a prueba de hackers— y Sony esgrimía ese atributo como argumento de alta tecnología, llegó el día en que la seguridad fue quebrada por George Hotz (aka GeoHot), un joven nativo de Estados Unidos y de poco más de 20 años que había alcanzado fama y renombre después de quebrar la seguridad del iPhone. El joven genio ya había ganado una beca de Intel en 2007 por sus cualidades como programador y llegó incluso a trabajar en Google mientras realizaba pasantías en 2008. Quizás la anécdota más famosa sobre este joven hacker es la que contó él mismo en su momento, al desbloquear el primer iPhone. El joven asegura haber cambiado ese iPhone a un millonario por un carro deportivo y tres iPhones bloqueados.
A principios de 2009, Hotz anunció que iría tras la seguridad del PS3, y apenas poco más de un mes después había logrado acceso al procesador y a la memoria de la consola, y pudo programar una nueva versión del firmware —programa registrado en la memoria fija del dispositivo con las acciones básicas de la consola— que permitía la instalación de otros sistemas operativos. En contraste con el firmware original, llamado Original Firmware (OFW) 3.15, él bautizó el suyo Custom Firmware 3.21. La respuesta de Sony no se hizo esperar, y realizaron la primera actualización polémica al PS3 al deshabilitar las opciones de instalar otros sistemas, algo que comenzó la molestia en el lado de los hackers.
Pero Hotz no se quedó quieto y volvió a habilitar estas funciones. Mientras tanto, en el mundo en línea crecían las recriminaciones contra Sony por retirar una funcionalidad de la consola que originalmente estaba disponible, algo que veían como una intromisión en los derechos individuales o cuando menos como una oferta engañosa.
Pero para PlayStation había comenzado la época de la incertidumbre. Otras soluciones como Jailbreak salieron a la luz. Jailbreak permitía la ejecución de código desde algunos dispositivos como las memorias USB. Todo esto no hizo sino agravarse cuando Hotz publicó en su blog las claves maestras del PS3, a principios de este año.
Sony tocó piso e inició una demanda contra Hotz, que fue vista con mucha atención por la comunidad de hackers. Los hackers argumentaban que después de que comprabas el dispositivo era realmente tuyo y podías hacer con él lo que quisieras. Hotz se mantuvo en su posición de que el dispositivo debería funcionar con el sistema que él quisiera, pero marcando distancia con los dispositivos y trucos que permiten ejecutar software pirata en la consola. Su solución permitía ejecutar programas caseros en el dispositivo, algo que para él era completamente legal. Además, existía el precedente de que cuando quebró la seguridad del iPhone, un tribunal había declarado legal su solución de Jailbreak. La pregunta era ¿por qué entonces habría de ser distinto en este caso?
Muchas personas se hicieron solidarias con Hotz y donaron fondos para que pudiera defenderse de Sony. Ambas partes llegaron a un acuerdo hace poco y Hotz se mostró contento de poder dejar atrás este episodio. Además, donó el resto de los fondos que le habían mandado de todo el mundo a una fundación , la EFF, que defiende los derechos de los usuarios en el ciberespacio.
Hotz declara no tener nada que ver con los ataques actuales contra los sitios web de Sony y la red PSN, de los que se acusa a Anonymous, la cofradía de hackers tan popular en los últimos tiempos. Sin embargo, se unió al movimiento de Boicot a Sony, que busca que los usuarios no compren más dispositivos de esta marca, o los devuelvan si los han comparado recientemente.
La decisión de Sony de eliminar la opción de instalar Linux en la consola levantó la ira de los hackers y de muchos investigadores en el mundo que usaban las consolas para construir supercomputadoras de bajo costo, y ha tenido un serio impacto sobre el negocio de Sony, que aún no se puede cuantificar. Al momento de escribir esta nota, otra solución para instalar Linux en el PS3 era anunciada con bombos y platillos por otros hackers. Bajo el nombre de “OtherOS++”, esta actualización vuelve a permitir que el sistema del pingüino corra de nuevo en el PS3.
–Alcides León, @aleon1969