El triunfo emblemático de una computadora contra los mejores adversarios humanos en el juego de televisión Jeopardy podría marcar el comienzo de una nueva era en la inteligencia artificial.
Lo inconcebible sucedió. Watson—la increíblemente sofisticada computadora de IBM—venció a dos campeones humanos en el juego de preguntas Jeopardy. Reflexione sobre esta victoria importante por un minuto, o mientras su cerebro humano lo pueda soportar, porque ya nunca más veremos a las computadoras de la misma manera.
Claro, todos sabíamos que Deep Blue había vencido a los mejores homo sapiens en ajedrez allá por 1997. Y desde hace años habíamos abandonado cualquier esperanza de tratar de superar a las computadoras en el cálculo de procesar listas de datos.
Pero se suponía que Jeopardy fuera diferente. Es un juego que premia a los talentos netamente humanos—cosas como los juegos de palabras, el humor y la capacidad para detectar alusiones sutiles y referencias insólitas.
Dadas las circunstancias, es necesario preguntarse: ¿Es este el último suspiro de la humanidad? Justo cuando estaba a punto de caer derrotado, el contrincante Ken Jennings pareció estar reflexionando la nueva postura de la humanidad en el orden global. Con su respuesta en Final Jeopardy, Jennings escribió: “Yo saludo personalmente a nuestros nuevos jefes supremos, las computadoras” —una paráfrasis astuta de los Simpsons.
Entonces ¿estamos condenamos a un futuro de ciudadanía de segunda clase en la medida que computadoras cada vez más inteligentes se llevan toda la gloria—controlan el mundo, supervisan las corporaciones y manipulan otras tareas cruciales—mientras nosotros los bípedos de carne y hueso pasamos nuestro tiempo viendo repeticiones de los Simpsons y puliendo los cuerpos de nuestros dueños robóticos?
En una palabra, no. Por impresionante que pueda parecer la victoria, Watson todavía no es verdaderamente pensante. Finge el pensamiento utilizando la potencia de 90 servidores IBM, 21,6TB de datos, software que procesa el lenguaje natural y algoritmos tan complejos que darían a cualquiera un dolor de cabeza. Watson simplemente estaba procesando números (aunque fueran muchos) para llegar a sus respuestas.
Esta es una hazaña impresionante y aún algunas de sus respuestas fueron incorrectas—a veces espectacularmente erróneas. Esto es porque Watson, con toda su potencia, todavía no siempre comprende los matices lingüísticos que son obvios al humano promedio. En ese aspecto, la sabelotodo Watson y sus hermanas de silicio son bastantes densas.