Las tabletas y teléfonos de todas formas y tamaños están acaparando las noticias, pero los equipos de escritorio siguen evolucionando en forma y función. Impulsado por la versatilidad, el desempeño y (quizás lo más importante) el valor, el humilde equipo de escritorio estará con nosotros por algún tiempo—aunque probablemente no le otorguemos reconocimiento.
El año pasado, específicamente, los sistemas integrales—esos que combinaban el monitor y la máquina—trataron de simplificar la computación de escritorio. Eran alternativas esbeltas y simples a las cajas color crema y negras que conocemos desde hace tiempo. Pero estos equipos integrales eran más caros y más lentos que los equipos de escritorio comparables.
Esto ha cambiado. La segunda generación de procesadores Core de Intel (vea la página 81) consume apreciablemente menos energía mientras que ofrece un incremento considerable en su desempeño—por el mismo precio. Esto significa chasis más delgados y pequeños, o modelos del mismo tamaño que las máquinas integrales de hoy pero empaquetado con tarjetas de gráficos discretas y otros extras.
Las computadoras integrales con toques múltiples ahora son la norma. Nosotros nos hemos acostumbrado a navegar por los dispositivos usando el toque, gracias a los cajeros automáticos, los sistemas de navegación y a los teléfonos móviles.
Pero la interfaz de Windows 7 sencillamente no está construida para el toque. Los fabricantes de PCs como Acer, HP, Lenovo y MSI han rebasado la limitante creando sus propias interfaces táctiles de usuario para simplificar el inconveniente común de navegar por sistemas de archivos mediante sus manos.
Yo no sé lo que nos depara el futuro de la computación, pero siempre que necesitemos amplia potencia de procesamiento, o una herramienta versátil que podamos actualizar para adaptarla a las últimas tendencias, el equipo de escritorio—o algo parecido—sobrevivirá.
-Nate Ralph