Mucha gente, en especial ejecutivos de empresas, se acercan a Linux bajo la promesa de que es una solución de bajo costo –muchos piensan que incluso es gratis. Pero la realidad es que detrás de Linux y los programas de software libre (y aquí la traducción correcta de la palabra inglesa, free es libre, no gratis) pueden llevar una serie de costos ocultos que deben ser considerados al momento de decidir si se implementa una solución propietaria o una libre.
Y es que la oferta de Linux como sistema operativo se puede comparar un poco al de esas compañías aéreas que ofrecen vuelos de bajo costo y sacrifican algunas cosas como la comida durante el vuelo, usan aeropuertos alternos –que pueden quedar un poco más alejados de las principales ciudades—y hasta reducen el tamaño del equipaje permitido y cobran por maletas y servicios extra. Para algunos funciona a la perfección y para otros no.
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Para los gerentes que estén considerando optar por una solución de software libre, aquí va una sencilla guía que puede ayudarles a tomar una decisión razonada.
El primer punto a considerar al evaluar ambas alternativas es el costo de la licencia. Los productos de software libre no suelen tener un costo de licencia asociado, que si existe en los programas propietarios. De hecho es allí en donde los fabricantes de software recargan sus costos de investigación y desarrollo, de producción e incluso sus ganancias. En este primer punto el ganador claro es el software libre, y es lo que los adeptos de este esquema publicitan a viva voz: “su compañía puede ahorrar miles de dólares al año usando software libre”.
El segundo punto a considerar es el costo de instalación y configuración. Dependiendo de su complejidad, algunos productos comerciales no contemplan costos extra por este concepto y otros –como Windows, por ejemplo—son tan populares que se puede encontrar numerosas opciones de instalación –a través de empresas o profesionales– donde escoger en el mercado. A veces en el software libre la configuración puede implicar recompilar el producto con algunas opciones particulares, algo que sólo pueden realizar técnicos con un nivel adecuado de conocimientos y que puede que no sean tan fáciles de encontrar. Aquí por lo general la ventaja va hacia el software comercial.
Una vez instalado el software, toca realizar actualizaciones de mantenimiento. Si bien es cierto lo que algunos de los fanáticos del software libre dicen, de que nadie lo obliga a mejorar el software con que cuenta, la realidad –especialmente en lo que a seguridad se refiere—obliga a las empresas a mantener su software actualizado. Aún así, los costos de actualizar software libre suelen ser significativamente más bajos que los de productos comerciales, y suelen ser menos exigentes con el hardware necesario para ejecutarlos. La mayoría de las veces la ventaja aquí es para el software libre, pero hay que evaluar ya que varía dependiendo de cada caso.
Por último hay algunas casas que desarrollan productos de software libre –dan el código y permiten que cualquiera lo modifique o re utilice—pero fijan contratos con cargos mensuales o anuales para mantenimiento del mismo, algo que se parece mucho a un cobro por licencia, por lo que hay que estar seguro de conocer todas las condiciones cuando una empresa nos ofrece una solución propia y la califica como software libre.
Además de estas consideraciones hay una que debe sumarse eventualmente a esta evaluación: el costo de migrar a otra solución. En software libre suelen usarse estándares abiertos para almacenar los datos, lo que facilita las migraciones. En cambio muchas soluciones propietarias suelen tener formatos propietarios que pueden dejar “amarrados” los datos de su empresa a una aplicación específica.
Sólo después de evaluar estos aspectos del software, que pueden tener implicaciones importantes en el presupuesto, es que un CIO puede decir si una solución de software libre le conviene más a una empresa o no, algo que va más allá de que la aplicación sea gratis o no.
-Alcides León
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