La mala noticia es que los estafadores están subiendo el volumen. Pero lo peor es que nuestra protección es responsabilidad nuestra, y sólo nuestra.
No acepte caramelos de extraños. En otras palabras, si algo luce demasiado bueno para ser verdad, probablemente lo es. Esta es una de las primeras y más difíciles lecciones que nos enseñan de pequeños.
[<img border="0" src="/pcwla2.nsf/0/59756D2FCA00C8C885257587001048BB/$File/4abril09dolar.gif">]
Más tarde, a medida que ganamos más conciencia del mundo que nos rodea, perfeccionamos nuestros instintos de supervivencia y aprendemos a ver casi todas las ofertas con un poco más de escepticismo. Y sin embargo, por mucho que nos hayan enseñado en nuestra niñez no estamos preparados para el volumen de farsantes y prácticas viles que enfrentamos diariamente.
Para hacerme una idea de la seriedad de la situación, decidí pasarme una semana tomando nota de todas las sabandijas que trataban de estafarme y encontré bastantes voluntarios.
Me topé con las ofertas habituales por correo indeseado de medicamentos ilícitos, más ese antiguo mensaje de un diplomático nigeriano que tiene US$30 millones esperando por mí. Esas ni las conté. Como la mayoría de ustedes, ya soy insensible al correo indeseado. Además, los mejores estafadores tienen mejores trucos en sus repertorios digitales. Yo conté seis potenciales expediciones de phishing, incluyendo un mensaje particularmente inteligente que me daba un número de cuenta de banco y un PIN para que yo pudiera “confirmar el saldo de mi cuenta” en Habib Bank Ltd.
También recibí cuatro llamadas telefónicas en mi BlackBerry (que no figura en la guía) y en el teléfono de mi oficina, diciéndome que la garantía de mi automóvil estaba a punto de caducar –pero (y aquí estaba la pista) yo no he comprado ninguna garantía para mi auto. Todos los mensajes, por cierto, decían ser “la última llamada antes de que cerremos el expediente”. Promesas, promesas.
ESTAFAS Y MÁS ESTAFAS
Hace poco coloqué un anuncio en Craigslist para vender un armario. Cuatro de los compradores que respondieron no veían inconveniente en pagar el precio que yo pedía, siempre que les aceptara un cheque de otro estado. Curiosamente, los cuatro insistieron en que su propia compañía de mudanzas recogiera el pesado mueble. Es una estafa clásica que eventualmente deja al vendedor con un cheque inservible y sin la mercancía.
Mientras sumaba los ataques de la semana, recibí un mensaje frenético por correo electrónico de mi cuñada. Su computadora había sido secuestrada por una ventana emergente de “Antivirus 360”, que aparentemente había identificado un virus su PC. Si ella pagaba US$50 por el programa de seguridad, todo volvería a la normalidad. Esa se preguntaba si debía pagar ese dinero. Resultó ser una variación del timo del Antivirus 2009 que describimos en esta misma edición (“Las advertencias falsas de infección pueden ser el verdadero problema”). Ahórrate el dinero, le recomendé.
En total, sin incluir el viejo y querido correo indeseado, eludí más de 20 intentos de fraude en un período de siete días. Eso me llevó a preguntarme: ¿cómo han podido empeorar las cosas de esta manera?
Claramente, parte del problema es la facilidad con que cualquiera, incluyendo los malhechores, pueden abusar de la tecnología. Otra es la precariedad de la economía. Pero la pregunta más importante es: ¿qué podemos hacer al respecto? Nosotros sabemos que las soluciones técnicas no han trabajado muy bien, por desgracia. Los malos siempre parecen estar por lo menos un paso por delante de los buenos.
Además, los ataques de que hablo no son que tecnológicamente sofisticados. Utilizan la ingeniería social– es decir, convencer a las víctimas para que cometan una imprudencia, como revelar sus contraseñas o darles acceso a su PC, aprovechándose de sus temores o de su avaricia. Las medidas legales tampoco han servido. Sólo hay que ver lo efectiva que fue la ley CAN-SPAM para parar el correo indeseado.
Entonces, queda claro que la carga de la protección reposa firmemente sobre los hombros del atacado. Para ser un ciudadano seguro en nuestra cultura digital (como creo que usted quiere ser, ya que está leyendo esto), usted tiene que ser su propio investigador anti-estafas.
LA MEJOR SEGURIDAD
La seguridad comienza con la educación. Usted puede ver las ofertas dudosas en sitios como Scambusters.org y en los boletines comunitarios de Scam.com. Si todavía le intriga una oferta, utilice su motor de búsqueda para investigarla. Y no acepte el primer vínculo que aparezca en Google; obtenga varios puntos de vista. Si algo huele mal, lo sabrá rápidamente.
El resto es mayormente sentido común. Como le han dicho una y otra vez, mantenga al día su software antivirus, no pulse sobre en el correo electrónico y a menos que usted luzca como Brad Pitt o como Angelina Jolie, no responda cuando vea un mensaje de que “alguien en Facebook está enamorado de usted”. Pensándolo bien, usted debería ignorar todos esos vínculos aunque sí se parezca a Brangelina.
Y por si no estaba seguro, todavía es una mala idea aceptar caramelos de extraños. Pero eso usted ya lo sabía.
-Steve Fox es el director editorial de PC World.