En la era de las conexiones telefónicas conmutadas, el advenimiento de la banda ancha era como llegar al Nirvana. La “velocidad vertiginosa” –en el mundo de la computación a todo se le llama “vertiginoso”, por ínfima que sea la mejora– no sería el único beneficio. También tendríamos el placer de mantener nuestra PC conectada las veinticuatro horas, los siete días de la semana, o como decía el dicho, “siempre conectado”.
Ahora que la banda ancha está en todas partes, incluso, más o menos, en los teléfonos móviles, la gente se comporta como si realmente viviéramos en un mundo
siempre está conectado. La realidad, por supuesto, es que no lo estamos… y suponer lo contrario causa problemas reales.
Los ejemplos son interminables. Ese servicio de la Web del cual usted depende para tareas cruciales como el correo electrónico repentinamente se interrumpe para
“mantenimiento de rutina” o simplemente no responde durante horas. Su conexión de DSL o de cable desaparece cuando alguien accidentalmente corta una línea con
una excavadora. Usted se aleja del área de servicio del proveedor de su teléfono móvil y verá las barras desaparecer. Su computadora se congela, o simplemente está
apagada. Y muchas veces es usted el que se ha desconectado, por ejemplo, para irse a dormir.
Sin embargo, el mundo espera que usted y su PC estén disponibles en todo momento. Haga caso omiso a un mensaje de IM o de correo electrónico mientras está
tratando de concentrarse en algo importante y probablemente recibirá una llamada telefónica que le vuelve a interrumpir. Apague su teléfono para poder pensar un poco
y, cuando lo vuelve a encender, tendrá una montaña de mensajes de personas que preguntan dónde rayos se había metido. Y lo sé porque yo soy tan impaciente como
el que más.
Pero recientemente las peores suposiciones equivocadas sobre la conectividad perpetua parece que se deben a ciertos vendedores de software cuyos productos
necesitan llamar a la central para recibir asistencia. Encienda su PC portátil después de no usarla durante varias semanas y la pantalla se llenará de quejas que
básicamente parecen increparle “¿dónde ha estado?”.
Al encender mi portátil en un viaje reciente –por avión y sin acceso a la Internet– recibí mensajes de mis programas contra virus y programas espías en los que
anunciaban que los paquetes tenían que ser actualizados. El propio Windows insistió en que bajara algunas nuevas actualizaciones específicas; aparentemente no
había tenido la gentileza de notificarme la última vez que mi máquina estuvo conectada. Y ninguno de los programas detectó que la conexión que supuestamente
necesitaba no existía en ese momento.
Cuando llegué a casa días después, mi computadora de escritorio pasó por la misma rutina, aunque por lo menos estaba conectada. Sin embargo, mi software de
copias de seguridad en línea insistió en desperdiciar ciclos y demorar mi sistema saltando directamente a realizar una copia de seguridad “atrasada”. Lo que recordó
era que esos archivos ya habían sido copiados la última vez que apagué el sistema.
¿Cuántas veces ha tratado usted de acceder a su sistema por medio de Wi-Fi y ha recibido un mensaje que le informa de un fallo en la conexión, sólo para darse cuenta
de que había olvidado mover el interruptor de encendido del radio? Si los teléfonos inteligentes saben pedirle que los encienda cuando los usa para algo que no pueden
hacer sin el radio, ¿por qué no las PC?
Es hora de que los programas que utilizamos comprendan y administren el estado de la máquina –tanto si está apagada como encendida, conectada o no– con mucha
más inteligencia de la que usan hasta ahora. Y es hora de reconocer que los amigos y colegas que se tardan en responder pudieran estar durmiendo, disfrutando del
aire libre, fuera de línea, o no prestándonos atención deliberadamente. En otras palabras, comportándose como seres humanos no siempre conectados.
-Stephen Manes